Al caballero Arnaldo, le gustaba comer las setas asadas con la salsa de carne...de Venado, como le había enseñado su madre, hace ya unos años.
Después de esta maravillosa comida, siempre que podía se iba a las entrañas de un bosque, donde se sentía como en casa, especialmente en una pequeña zona donde había un gran árbol frondoso, donde se acurrucaba y se echa una enorme siesta...
Pero por alguna razón, ese día, no encontraba su árbol frondoso. Empezó a dar vueltas, siempre llegaba al mismo sitio. ¿Cómo era posible si estaba siguiendo el camino de siempre? De pronto escuchó unos extraños ruidos en los matorrales. ¿Quién había ahí? ¿Qué estaba pasando?
ResponderEliminarA la mañana siguiente, los leñadores del bosque encontraron a Arnaldo ahorcado en su frondoso árbol.
Nadie podía entender el motivo de tal locura que había cometido Arnaldo. Su madre se deshacía en llanto sin encontrar consuelo. ¿Por qué lo había hecho? Si no le faltaba nada... dinero, éxito, amor le acompañaban en todos los sitios. Sospechó que las setas que había comido la noche anterior podrían ser la causa de aquella tragedia.
ResponderEliminarSe convocó una reunión urgente en el pueblo, todos los ciudadanos debían acudir, la muerte de Arnaldo había sido misteriosamente extraña y había que descubrir qué había pasado. La asamblea comenzó al caer el sol, la madre de Arnaldo destrozada y desorientada no sabía que decir, hasta que derrepente, alguien interrumpió bruscamente la reunión...
ResponderEliminar- ¡Arnaldo! - gritó uno de sus vecinos
ResponderEliminar¡Nadie daba crédito!
- ¡Pero Arnaldo! ¡No es posible! - dijo su madre con la cara desencajada.
- ¡Todos fuimos al frondoso árbol donde solías echarte la siesta cuando nos avisaron los leñadores de que te habían encontrado ahorcado! ¡Todos lloramos tu muerte!
Era una situación de lo más variopinta. Arnaldo estaba muy tranquilo, contento, alegre. La gente estaba enloquecida preguntándose cómo sería posible aquello.
Acompañando a Arnaldo le seguía un hombre de bajita estatura, con un rostro resplandeciente y una gran capa blanca que, pese a que el sol estaba cayendo, reflejaba tanto su luz que alguno tuvo de los asistentes tuvo que volver la cara ante él...
Repentinamente todos los niños del pueblo empezaron a correr hacia el hombrecillo gritándoles a sus padres que aquel que acompañaba a Arnaldo no era más que un ángel, el ángel que le había dado una segunda oportunidad al Caballero Arnaldo por haber sido tan bueno con los demás durante su vida.
ResponderEliminarAl escuchar estas palabras, a los habitantes del pueblo no les sorprendió mucho lo que decían los niños ya que si lo pensaban bien podrían incluso tener razón. ¿Quién mejor que su buen caballero para recibir una recompensa como esa segunda oportunidad?
Seguidamente, todos los habitantes decidieron correr a abrazar a su amigo Arnaldo, menos su madre que…
...bien sabía ella que aquella extraña figura no era exactamente su hijo. Sus ojos, con esa mirada esquiva. Su porte, caído y taciturno. Su actitud, huidiza y recelosa. Nada que ver con su Arnaldo de mirada directa y cristalina,de porte noble y altanero, de casta elegante y parlanchina. No, aquel no era su Arnaldo, no sabía quién era ni de que diabólico engaño estaban siendo objeto, pero estaba decidida a averiguarlo, o no, un cierto temor a la verdad le atenazaba el pecho...
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